Me salpica la cabeza de alfileres incadescentes entre las sienes. Pero me digo vamos allá, que te mueres por hacerlo y lo sabes. Y me respondo antes de que me cambie la pregunta, no vaya a ser que vuelva la duda a traicionar esos principios tan secundarios.
Sabrás que me encanta el olor a frío en los pañuelos, esos que vuelan al otoño como saludando a la lluvia que se enrosca en los pasos de los cruces de calles. Los coches pitando, el sabor a tabaco en las manos y los ojos guiñados de verte en azul. O en blanco. Los colores de diciembre.
Recordarás los parques y los bancos, las maderas y los ticket del cine. Las poesías en los bares con nubes de calefacción que aguardaban el vaho del vaso. O no. Quizás no lo recordarás. No lo recuerdes.
A veces me olvido de escribir. Tanta necesidad. Tanto iluso que dice que si no respiras no vives. Mentira. Si no escribes no vives. Y parece que no escribo. Y es que no vivo. Por eso pensarás que he dejado de latir. Y eso no es así. Nunca es así.
Me mudo como las hojas que planean de lado a lado. Yo tampoco busco porque no quiero encontrar. Quiero ser el polvo que se levanta de madrugada y que te golpea en la ventana, aquel cierzo que te eriza la piel y te arrastra lejos de esta ciudad, a un Madrid gris o a un París de luces. Qué bucólico y onírico. Qué hermosa mentira. Qué puta la vida.
No lo has soñado en todo este tiempo. Yo sueño por dos, por si se nos acaba el vino y de pronto quieres brindar por el ayer. O por el mañana. Yo sueño por dos.
¿Quién dijo que segundas partes no eran buenas?
enc.
Deberías escribir más entonces.
ResponderEliminar"Tanto iluso que dice que si no respiras no vives. Mentira. Si no escribes no vives."
ResponderEliminarme has llegado al alma.
qué hermoso *.*