jueves, 27 de octubre de 2011

Me salpica la cabeza de alfileres incadescentes entre las sienes. Pero me digo vamos allá, que te mueres por hacerlo y lo sabes. Y me respondo antes de que me cambie la pregunta, no vaya a ser que vuelva la duda a traicionar esos principios tan secundarios.
Sabrás que me encanta el olor a frío en los pañuelos, esos que vuelan al otoño como saludando a la lluvia que se enrosca en los pasos de los cruces de calles. Los coches pitando, el sabor a tabaco en las manos y los ojos guiñados de verte en azul. O en blanco. Los colores de diciembre.
Recordarás los parques y los bancos, las maderas y los ticket del cine. Las poesías en los bares con nubes de calefacción que aguardaban el vaho del vaso. O no. Quizás no lo recordarás. No lo recuerdes.
A veces me olvido de escribir. Tanta necesidad. Tanto iluso que dice que si no respiras no vives. Mentira. Si no escribes no vives. Y parece que no escribo. Y es que no vivo. Por eso pensarás que he dejado de latir. Y eso no es así. Nunca es así.
Me mudo como las hojas que planean de lado a lado. Yo tampoco busco porque no quiero encontrar. Quiero ser el polvo que se levanta de madrugada y que te golpea en la ventana, aquel cierzo que te eriza la piel y te arrastra lejos de esta ciudad, a un Madrid gris o a un París de luces. Qué bucólico y onírico. Qué hermosa mentira. Qué puta la vida.
No lo has soñado en todo este tiempo. Yo sueño por dos, por si se nos acaba el vino y de pronto quieres brindar por el ayer. O por el mañana. Yo sueño por dos.
¿Quién dijo que segundas partes no eran buenas?














enc.

2 comentarios:

  1. "Tanto iluso que dice que si no respiras no vives. Mentira. Si no escribes no vives."
    me has llegado al alma.
    qué hermoso *.*

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