martes, 24 de febrero de 2009

Cuentan las malas lenguas que el futuro es el pasado en el presente. Cuentan que toda persona de provecho debe sentarse un día entero, en la más absoluta soledad, y cerrar los ojos, y conocerse como nunca conoció a nadie. También, al llegar la vejez, ha de mirarse las manos, y contarse las infinitas arrugas que marcan su piel. Cuentan que para arreglar el mundo primero hay que arreglar la ventana a través de la cual lo miramos. Dicen que no se es hombre sin haber plantado un árbol, tenido un hijo y escrito un libro. Así mismo, nos gritan que gritemos al mar embravecido, intentando usurpar su gélido oleaje e intentando encubrir su tronar con nuestra voz. Cuentan las malas lenguas que no se muere hasta que morimos en el cuerpo del ser amado, y que no explotamos hasta que logramos despegar los pies del suelo. Cuentan que se es hombre hecho, si logramos vivir haciendo vivir al desvivido. A su vez, claman que a más sonrisas sembradas más años de prosperidad recogemos. Nos dicen, que nos tumbemos al sol de invierno, bajo la hojarasca del otoño, a mirar las nubes difusas. Y por la noche, nos arrodillemos en lo alto de la montaña, con el silencio como único compañero, y le susurremos palabras bonitas a la luna.
Y yo me pregunto, ¿es cierto, inepto ser, que el dinero te da la vida?












enc.

domingo, 22 de febrero de 2009

-¿Sabes? En mi barquito de papel de fumar aun hay un huequito para alguien más. Si quieres viajar a las estrellas de la periferia de los barrios bajos, al contenedor de sueños pegados con superglu, al verano de fuertes nieves, al mar sumergido en el cielo, a las lindes del sol mañanero o a las gotas de roció de los pétalos rotos, no tienes más que presentarte en el lugar citado en el momento adecuado.
¿Que cuál es el lugar citado? Has de coger el vuelo de un parpadeo, continuar por el sabor de un beso, torcer en el quinto crepúsculo de un día infinito, y detenerte en el vuelo de una mariposa.
-Muy bien, ¿y qué hay del momento adecuado?
-¿El momento adecuado? Vaya, creía que eso era algo simple. No tienes más que dejar que una lágrima ruede por tu mejilla, y cuando notes su gusto salado en el decimocuarto recoveco de tu corazón, sabrás que has llegado al Puerto. Yo estaré allí para ti, yo te recogeré en mi barquito, y juntos, nos cogeremos de la mano, cerraremos los ojos, y volaremos, lejos de este mundo que no nos pertenece. Y si, ¿sabes qué?, creo que buscaremos un lugar pequeñito, lejos de aquí, acogedor, donde haya otro puerto, para nuestro barquito de celofán, donde solo haya sitio para ti y para mí. Y ya verás como ese mundo si que nos pertenece. Solo, tuyo. Y mío.












enc.

viernes, 20 de febrero de 2009

Tieso y orgulloso, cual joven e inocente, levanta su clara mirada. Mete con mesura y cierto deje de nerviosismo, como quien juega con lo prohibido, su mano vacilante, pero a la vez firme y segura, de quien ya no tiene más que perder. Saca de su bolsillo un paquete de tabaco, algo arrugado y sucio, y coloca lentamente y con tintes de chulería un cigarro en sus labios. Ladea la cabeza, y exhala el humo a la cara del viento, que le reprocha su acción, mas él aguanta, aun cuando el humo le quema la garganta y los pulmones.
En la otra mano, sostiene una medio vacía botella ya, pero haciendo acopio de fuerzas y orgullo, besa con mal disimulado asco su boca.
Una guitarra de acordes afónicos timbrea próximo a su desazón. Alza la cabeza y la voz, y canta, canta, canta. Maestro de canto, de vida y de experiencias. Compañero de desidias, de tristezas y resignaciones.
Sentado en un banco del parque... acompaña su destino calada tras calada, con risas irónicas, con alcohol barato, una guitarra a tres cuerdas y con una voz, con un grito, que a pesar de todo, no cesa en su empeño, no hace más que gritar... libertad.












enc.

lunes, 16 de febrero de 2009

Todo empezó... un momento, ¿qué empezó?Bueno, no sé, da igual. Solo sé que retumbaban trompetas a lo lejos. Parecían el eco del viento eterno. También sé que hacía frío. Y la escarcha delineaba amapolas de cristal helado. El sol lucía pálido y desnutrido, como empequeñecido y asustado. Sus rayos, antaño poderosos y cálidos, habían perdido la fuerza de mover el mundo. Las hojas de los árboles, normalmente rebosantes de color y vida, yacían mecidas a la brisa incesante, vagabundeando por el suelo enmohecido y duro. Han dejado su verde esperanza por el gris desesperación.
El mar, ya no besa con pasión los acantilados, ni las olas golpean, furiosas, los arrecifes en flor. Tampoco la montaña se halla como siempre. Las rocas y las piedras ya no son más que polvo ennegrecido, y los caminos, cubiertos de madreselvas y hierbas silvestres, han difuminado su perfil. Ya no tiene rasgos.
Otra cosa que llama la atención, es el lastimero canto de los pájaros, agónico y silenciado por el murmullo que emerge de no se sabe donde. Quizás, del centro de la tierra.
Tras sentarme durante, probablemente, tanto tiempo, que perdí la cuenta, que los relojes no eran capaces de señalar, que la arena del viejo desierto ahora ya es roca caliza, y escuchar cada silbido del viento, cada ola del mar, cada hoja deslizarse del árbol a la tierra, cada canto del grillo, cada sol amanecer, creo haber deshilachado la causa de tales irreales acontecimientos.
Todo, todo aquello que somos, fuera de nuestra carcasa humana, parece sufrir, parece agonizar, parece perecer.
Parece, que nos están gritando, tan alto, tan alto, y a pesar de ello, tristemente, no oímos, no queremos oír.
El mundo, la tierra, el cielo, nos grita, desesperado, suplicante, de rodillas, con lágrimas en los ojos. Que muere. Hoy... mañana... quizás hayamos de enterrarlo, y, tarde será, para evitar, entonces, una parte de nosotros ir con él. Moriremos. También.












enc.

domingo, 15 de febrero de 2009

Tú eres mi verso, pluma, papel y sentimiento...

Tengo ronca el alma de quererte
en esta soledad llena que me ahoga;
tengo los ojos llenos de luz de imaginarte
y tengo los ojos ciegos de no verte;
tengo mi cuerpo abandonado al abandono
y tengo mi cuerpo tiritando de no poder tocarte;
tengo la voz tosca de hablar con tanta gente
y tengo la voz preciosa de cantarte;
tengo las manos agrietadas de la escarcha
y tengo las manos suaves de en el cielo acariciarte;
tengo soledad, luz, alegría, tristeza,
rebeldías, amor, sonrisas y lágrimas...

Y también te tengo a ti, preciosa,
caminando por las venas con mi sangre.












Rojitas las orejas, Extrechinato y tú.





Hoy, no sé a cuento de qué, me ha dado por pensar en un momento, de hace algo más de un año, donde comenzó algo. No sé por qué, pero hoy he pensado en esa playa, en ese horizonte, en esa verja. Y por supuesto, con esta gran canción como banda sonora del silencioso arullar de las olas...





jueves, 12 de febrero de 2009

Cultivando amores voy, sembrando semillas de algodón merodeo, y al fin, algo encuentro. ¿Qué es, qué es? Recolecta de sentimientos, y un bosque de hoja caduca. Pepitas azules de colores, hojas frescas de floreciente verde. Quiero ramas, tallos, savia, frutos. Quiero cada segundo un centímetro crecer, quiero notarlo, quiero que se haga inmensamente inmenso, y por fin, algún día, cobre vida, nombre y rostro. Y estalle. Y salpique todo de colorines tridimensionales, de besos, caricias, de sonrisas. Poco a poco irá, haciéndose amo de mí, aun cuando no haya sitio en este corazón amurallado. Las enredaderas abrirán paso en la rocosa pared, en el suelo fértil, en las ventanas sin luz. Letra a letra se forja a fuego la seña del camino, que descubra el barranco sin pendiente, la piedra sin canto, el mar sin limite, el cielo sin horizonte, la luna sin noche. No deja de alimentarse, de gritar libertad, de engordar, de embellecer. ¿Por qué no sale, por qué no corre, por qué no vive? El miedo tapa cada salida, cada recoveco, por el que difuminar la luz del día y la paliza del viento fuerte.
Aun así, no es falto de orgullo, tesón y rabia, y promete, puño en alto y dientes apretados, que el momento ha de llegar, y su esencia saldrá, al fin, de la cárcel. Y podrá, por tanto, descubrirse a la pradera, al océano y al cielo.

"Miedo, un día, perecerás. Miedo, un día, morir has. Un día, podré al fin, gritar AMOR."












enc.

lunes, 9 de febrero de 2009

Contando años en el zurrón

...hace tiempo, prometí escribirte una canción, como siempre, mal y tarde, la tienes aquí...

Ya se que no es una canción, ya que aun no he descubierto que cantar sea mi mejor virtud, pero son unas improvisadas palabras, que tampoco es que escribir sea mi pozo de riquezas, pero algo mejor me defiendo. Y ya sé que hoy tampoco es tu cumpleaños. Ya ves, todo mal, y todo tarde. Pero a pesar de saberlo, quiero, como ya habrá hecho toda la gente importante y no tan importante, desearte no un feliz un cumpleaños, pues para eso sí llegué a tiempo. También sabes que no soy persona de empalagar paladares con bellas palabras, tan a menudo que acaban picando los dientes. Pero a pesar de saberlo, creo que sabes que aunque no te las diga no quiere decir que no existan. Porque existen. Y que aunque el tiempo esté de por medio, no habrá tierra de por medio. Y en fin, que para qué escribirte tantas cosas como podría, no me gusta presumir de reiteración ni de halagos excesivos y carcomidos.




Que no me he ido. Que estoy aquí.












Felicidades, Claudia.

miércoles, 4 de febrero de 2009

No es mi afán el hallar la fama, escuchar palabras bonitas, ni reconocimiento cosechar, en este huerto floreciente. No es mi fin conocer mundo, ni que el mundo me conozca. No mi nombre en portadas adineradas, en cubiertas de cartón, en carteles insípidos. No lo es. No es mi meta, no es mi ilusión, no es mi objetivo. No quiero halagos cenicientos, sonrisas de usar y tirar, palabras de pega. No quiero que se hable, no quiero ser en boca de nadie, no quiero mentiras ni verdades, más traicioneras que veraces. No quiero monedas si no son de chocolate, ni billetes para empapelar mi mente. No quiero urdir en almas blancas con sentimientos masacrados, encubiertos, volteados, mutilados o comercializados, por el manoseo de la multitud. Quiero que lleguen, mis palabras, transparentes, claras y limpias, a los oídos de quien quiera escuchar. No quiero publicidad engañosa, ni un mapa que te guíe hasta aquí. Quiero que una casualidad de la vida te haga deparar en estas letras. Quiero sin-nombres sentidos por mis renglones con sentimiento. Quiero llegar, a tocar el corazón de pocos, pues será así de muchos. Quiero emocionar, pues así más emoción alcanzaré yo. Quiero lograr, una mente despejar, una sonrisa despertar, un corazón retumbar. Quiero conocer mundos pequeños, a través de mi pequeña ventana, siempre abierta al cielo azul. Quiero sentir alegría, orgullo y satisfacción, al ser mi lápiz el que hace, que por un momento, un sentimiento anónimo despierte, en un anónimo corazón.












enc.

lunes, 2 de febrero de 2009

Q le voy a hacer, si canta el gallo a la mañana y maulla el gato al atardecer. Qué le voy a hacer, si el mar es azul, y el cielo, a veces, gris. Qué le voy a hacer, pues más que resignación no hay, pues más que conformismo inepto, e ineptos cambios de la vida que me llevan a estar hoy aquí, escribiendo palabras negras en un fondo blanco. ¿Por qué blanco, y no rojo? Qué le voy a hacer si la rotación de la tierra acompasa al aterrizaje de mi cabeza en un lugar inhóspitamente desolado. Qué le voy a hacer, al mundo inmenso e inherte, que domina y manda, que apabulla y mata. Que poderoso enemigo, para mis balas de madera y tinta, que grandioso hechicero, para mis versos dormidos y agrietados. Gira, gira, gira, puta. No pares jamás, de marear las estrellas, y no dejes nunca que logre memorizar el nombre de la constelación del norte. No dejes que asiente mi piel en cueva lúcida, no dejes que corra por el sendero marcado por las agujas del reloj, que a contracorriente huyen de tu sangriento abrazo. Huye, huye, huye, cobarde. No sabes hacer más, no sabes más dar, no sabes más mirar.
Tic tac, tic tac, hace mi reloj atrofiado, poniendo el acento del tiempo en mi sino. Para, para, para, veloz. Oh, no, no pares, será mejor. Total, mundo, reloj y vida, no de detenerse han, he de ser yo, valentía, coraje y orgullo, quien corra, quien mire el segundero, quien viva. Quien luche.












enc.