jueves, 14 de noviembre de 2013

Hoy hemos decidido que nos gusta más la luz del sol. Nos gustan las noches y los rayos de luna, claro que sí, pero cuando los usamos como pentagramas en las baldosas y bailamos como locos sobre ellas, con la música retumbando entre las costillas. Hemos decidido llorar para acunar los fantasmas cuando incordian a las tres de la madrugada, o llorar hasta dejar seco el costado y que escueza el corazón; hasta que duelan los ojos. Hemos decidido poder estar triste y vagar por las esquinas, poder gritar de rabia y descargar el odio contra una pared que ya nos conoce demasiado. Nos gusta la purpurina pero sin que nos pique los dientes, lo dulce en pequeñas dosis cada mañana y lo amargo en inyecciones letales una vez al año. Hemos decidido que puede dolar hasta clavarnos las uñas y que nos perfore los tímpanos.
Pero hoy también hemos decidido que las lágrimas son un derecho y la sonrisa un privilegio, que vamos a pensar bonito, que vamos a sentir bonito, que vamos a vivir bonito. Que cada día hay ciento dos motivos para unos ojos tristes, y trescientos quince para unas agujetas de reir. Que los kilómetros se pueden borrar y que la vida crece en las fronteras, que los minutos se pueden parar y que el tiempo es elástico. Hemos decidido que un abrazo preso en el pecho habla más de libertad que los que vuelan cada día. Hoy hemos decidido que tenemos superpoderes para esta guerra y que hoy no es el día de morir. Nos gusta sangrar porque eso dice que sentimos en carne viva, y que sentir da tantas alas como vértigo. Nadie dijo que las explosiones del corazón derribaran los muros de la nostalgia, pero yo lo sé, porque prefiero un anhelo que me haga sentir viva a una ausencia que me vacíe y me susurre que estoy muerta.
Hoy hemos decidido que nos gusta la vida y su sabor, las lágrimas saladas que anteceden a las sonrisas dulces; las caricias que calientan las manos frías y las palabras que alientan hasta prender fuego al alma. Hoy hemos decidido que queremos bailar hasta que duelan los pies, mientras ahí fuera la soledad se besa con las farolas.






















enc.