domingo, 26 de octubre de 2014

Hay tantos simulacros
hoy aquí
que he aprendido a bailar
con todos tus incendios.
Y cada vez me queda menos
de mujer de hielo
que se deshace por los ojos.

Hay tan poco mérito
en aprender a volar
que el vértigo es solo ya
otro lugar al que llegar.

Al igual
que todo acaba reducido
a lo mismo:
a domingos colgando de los dedos
enredando heridas cosidas
como quien teje nubes
sobre nubes
sin saber si quiere que no pare de llover
o que no llueva nunca más

Al final
lo que queda es eso:
un chándal de ausencias
con el que salir a correr
un domingo más
huyendo de nostalgias
que te besan los talones
o la boca
mientras sudas y lloras y llueves
y dejas de dar vueltas
al mismo puto círculo.
Como si el último domingo del mes
fuese a aparecer una esquina.
Por eso
de cobrar por adelantado
lo que nunca se queda atrás.

























enc.