sábado, 27 de septiembre de 2014

Hoy no salen vuelos hacia Nunca Jamás. Ya no aceptan manos vacías, pies llenos de barro. Rotos o descosidos en los dedos. Trampas en las palabras, quizá. Sobran intenciones, faltan certezas. Me faltas tú aquí. Y eso sí que es una mirada en el espejo a las dos de la mañana. Dónde vas, vete a dormir. Deja de mirar la pantalla. Deja de dejarte caer por la ventana, como si al fondo hubiese mar o arena o promesas a medias a punto de cumplirse o un no me esperes más, que estoy llegando o quizá solo una luz tan brillante que dormir acabe por ser imposible.
O tan solo unos dados lanzándose mutuamente para ver quién dispara primero. A la mierda con la autodestrucción. Con los poemas salvavidas y con las cuerdas del títere enredado en el pecho. Siempre habrá alguien que lo hará mejor. Salvarte. O no. Igual las palabras llenas de manos acaben por estrangular la necesidad de gritar, y quizá así todo vaya un poco mejor. Medio ahogados pero ahorrando aire. Tres minutos más de vida y silencio. Quién dijo que esto cosía la piel. Quién dijo nosequé del tiempo y la distancia y la ausencia y la necesidaddenada y el quererdetodo.
Claro.
Y una mierda.


























enc.