miércoles, 23 de febrero de 2011

Querido nadie:
Suena tu canción.
En la calle, llueve.
Es invierno mientras el sol luce.
Encarnado se ha bebido mi sangre.
Pero no hace frío.
Sólo en mis manos.
Ya debes estar cerca de París.
Y eso que nunca te gustó Baudelaire.
Ni Salinas:
tú no creías en el amor.
Y yo...
¿yo creía?
Yo siempre me declare agnóstica.
Por eso del miedo,
de la ignorancia
o del olvido.
Vibra tu corchea,
que no es tuya,
pero a mi me sabe a tu voz.
No es Nacho
ni Iván,
ni Quique.
No tiene nombre,
porque nunca me lo llegaste a decir.
Tejías misterios cada vez que me mirabas
y yo me enredé en ellos,
en todos ellos.
Te dije que no me gustaban los enigmas,
porque nunca encontraba la solución.
Y tú te reías.
Te reías.
Y el agua brotaba cristalina
dejándose resbalar en un tiempo quieto,
en las noches eternas
y en los hijos entretejidos
de una flor deshojándose.
O marchitándose.
Y eramos ciegos de luz.
Verdugos a la horca,
cautivos del deseo
que no terminó de explotar.
Y fue la guerra y la palabra,
la pluma y el tintero;
echamos a volar.
Y hoy es otro día.
Otro ayer,
otra cruz al calendario
otro mono de ansiedad.
Otro cigarro en soledad.
Y tú,
te ríes.
Y mira que es bonita,
tu risa.














enc.

3 comentarios:

  1. Creo que es uno de los poemas más jodidamente bonitos que te he leído.
    Quizá deberíamos preguntarnos por qué el dolor escrito es tan bello.
    ^^

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  2. Pero es invierno en mi ventana y la musa más cercana está haciendo el amor en otra cama.

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  3. bonito, como siempre bonito
    P.D.: esta vez he podido leerlo y entenderlo todo a la primera jajajaja

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