jueves, 23 de diciembre de 2010

Un polizón en mi cabeza no deja de golpear las paredes. Dolor incesante a la altura de la mirada que intenta huir por unos ojos cerrados. De unos ojos cerrados.
Amor con hache porque en mi idioma sólo hablo yo, yo y el viento que me besa y me mece y me arropa por las noches cuando no hay despedida. Te vas es un desliz, es un suave descenso que se sumerge sin salpicar gotas de agua al crack de tu ausencia; al torcer la esquina de tu sombra intermitente, rozada por una farola que palpita cual mariposa de enamorado enjaulada por las palabras.
Las cosas que nunca te dije... contigo parten a un lugar remoto, fuera del alcance de mis misivas en aviones de papel. Que llueve y calan los huesos, que llueve y yo lloro y no soy impermeable.
¿Personal? No. Nada es más personal que tenerte enfrente, enfrente y respirarte. ¿Y esto qué es? Una bonita utopía de incesante dolor de cabeza que aumenta el ritmo, frenético desengaño que vuelve cada primavera cuando salen a pasear los propósitos de año nuevo. O los despropósitos.
Y qué. Y qué. Que me gusta arrancar pétalos de uno en uno y tirar guijarros a un espejo de agua, que devuelve un reflejo y un guiño de la luz del sol.
Hoy no es primavera pero como si lo fuese. Pero en primavera no me duele la cabeza ni es viernes. Y hoy lo es y no calla el martillo.
¿Medicina? 500 gramos diarios de sonrisas sumisas. Sin receta.














enc.

1 comentario:

  1. Las mejores medicinas se venden sin receta por la puerta de servicio y de mano a mano

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