miércoles, 6 de enero de 2010

La vida de bohemio. Fumar frente a un ventanal que abre París; con los pies alzados a la mesa, descalzos y con pelusas entre los dedos. Sorber de una taza de porcelana el café frío, y echar el humo a la mesa donde escribir.
Tumbarse en una cama y tiritar de frío hasta entrar en calor mientras se disfraza de motas blancas la cúpula de la basílica. Pasear por el Retiro. O amanecer con el sonido de una sirena que perdió el mar.
Tener una casa. Vacía que llenar de fotos y cuadros. De tus fotos y tus cuadros. Fotos en blanco y negro con impresión de años atrás y gentes jóvenes. Rostros sin arrugas.
Paredes desentonadas, muebles que no combinan. Camas deshechas. Papeles por las mesas y goterones de tinta. Cuentos a medio crecer, sin manos pero con corazón.
Música en estéreo de una guitarra, pero sin saber tocarla. A voz en grito de barítono, y que bailen las flores.
Querer escribir un libro, pero con faltas de ortografía y sin letra bonita. No dedicatorias. Para nadie.
Para mí. Es mi libro, y no pensé en nadie al escribirlo. Fumé más que menos, y nadie me dedicó una calada.
Compro sonrisas. A subasta, claro. Ofrezco un abrazo a contrareembolso, ¿alguien ofrece más? También incluyo el armazón y la chatarra de mi cuerpo. He decidido que me quedo con mi alma.
Volaré con ella, hasta donde nos duren las alas. Si alguien me mira, le remitiré a un código postal. He decidido que no quiero decidir. Y que sea lo que mande mi palabra.
Que no me importa. De verdad, en serio. Créeme. Asiente. Bien.
¿Te lo crees? Creo que creer está de más, y observar de menos. Me he torcido en los renglones y no sé lo que digo. Me voy a exiliar a un país de bandidos donde me roben hasta la piel, pero me dejen la tinta del boli.
Eso es, transfusiones de sangre.
Esto parece la sombra de una pirámide cabizbaja, y los puntos suspensivos son infinitos. Creo que está bien por hoy.
Recuerda. No me importa. Más de lo que mi voluntad tergiversa en mi resonancia de sentidos para obviar una certeza. ¿No has entendido? Yo tampoco. Pero me da igual.
Voy a seguir viendo París desde mi ventana. Esto estaría bien que lo creyeses. Yo lo hago.
Pero voy a bajar a comprar tabaco.
Y a por otra taza de café.













enc.

2 comentarios:

  1. Tengo un café con aroma a chocolate que viene que ni pintado a la vida del bohemio.

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  2. Dios. Me encanta. Creo que has cogido mis sueños y los has plasmado a la perfección.

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