miércoles, 15 de julio de 2009

En el reverso... doblo la pesadez y el calor, y lo quemo con una cerilla de humo negro. Sudan perlas rojas mis poros, y se pigmenta mi piel en tonos abrasados. Como tragarse el sol.
Si levanto las piedras tras los verbos, quizás encuentre poesías emplumadas, y de disfraces llenos los versos; cristalizado el dolor y enmarcadas las sonrisas.
Me perdí. Me perdí mientras vagaba, y me perdí mientras buscaba nada. Trotaba el mundo, y galopaba en los segundos, sobre un corcel de platino, que llamábase oportuno.
Me decía que estaba en las nubes, pero no saben que radiante parecía el sol, ni que sombras proyectaban las siluetas diminutas. Me colgaban las piernas de algodón, y casi que llegaba a cincelar la luna.
Cuando sumergí la cabeza; el agua me saludaba gélida, y me golpeaba furiosa. Cólera era su apelativo, y nunca supe el motivo de su odio.
Encontré una brújula, de nortes cambiantes y tornados del revés. No me gustaba caminar hacia atrás, y menos con la vista al frente. Cuando sorteaba los cáñamos, convergía con algún número primo, que decía haberse escapado de la jaula donde trinaban los grillos.
Un día subí a una estrella, pero me pinché con uno de sus brazos. Cosí a bocados la herida, de la que manaban renglones torcidos. También a bocajarro despilfarraba los gestos, y para comer sólo tenía caricias caducadas.
Los besos de un solo uso se recalentaban, y no podías freírlos. Para cuando tenías sed, comprabas tiritas.
Me olvidé. Me olvidé las ideas debajo de un banco, en un parque. Para cuando quise recuperarlas, un perro las olisqueaba, y un vagabundo había hecho de ellas una bonita cabaña.
Me olvidé el reflejo en el agua, y no sé si huelo los montes, o saboreo las piedras. Cuando quise darme cuenta, estallé en pequeños cristales, y reventé de asma por no poder escuchar.
Puse cartelitos y me anuncié en los arco iris, por si alguien me encontraba; buscasen un cuerpo sin alma, o un alma sin cuerpo. La razón iba en uno de los bolsillos delanteros, y la recompensa oscilaba entre millones de risas de pegatina, o un frasco de lágrimas postizas.
Me olvidé, me olvidé a mí. Y ya no sé dónde buscarme.












enc.

1 comentario: