lunes, 13 de julio de 2009

Cebreiro, 29 de Junio de 2009

Desde el cielo, se ve más bonita la tierra. Desde la cima de la tierra, más cerca el cielo. La huella en el barro me indica el camino. La ascensión deja sin aire mis pulmones, que protestan.
Soy un pájaro, y separo las nubes en aguaceros rotos. Si miro al techo, veo verde. Si miro al suelo, veo verde.
Tu paso, peregrino, tamborilea la andadura, y su rítmico tambor marca el compás de mi arrítmico corazón.
No hay ruta, y el oeste nos guía. No volvemos atrás, y dormimos en las alturas.
De piedra, de piedra los muros que dominan el valle; y de artificio e hipocresía su pintura gris.
Cierro los ojos y abro el alma, y de todo bebo el aire y los vientos, y trago la vista de la colina.
Tras la piedra que resbalo y a la que doy patadas, aparece una bella flor, que me insta a caminar con mesura y ternura.
Todo es bello, efímero. Desaparece al tiempo que adelanto mis pies. Se suceden los paisajes.
Sumamente bello.












enc.

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