jueves, 11 de junio de 2009

Aprieta el tiempo su cuerda entorno a mi cuello, y ahoga y desemboca, mi prisa y apremio por guardar en una caracola el canto de sirenas del mar.
Al igual que el antagonista de mi cuento de hadas, que siempre muere por una flecha mal clavada, y mal curada la herida causa pudredumbre y pestilencia. Agoniza en el suelo, se retuercen sus manos y se crispan sus gestos.
Surca en barco de aire el duende que me inspira, y trae consigo de vuelta ramitas de un árbol seco, y semillas de tierra para plantar en el agua.
El entendimiento huyó despavorido, hace tiempo. Era un crédulo supersticioso de dioses desaprensivos, y un día, cruzó su mirar con el espejo, y no volvió a girar la cabeza. Intuyó su marcha mi pluma, y desde entonces, duerme conturbada en el tintero. El cual, mece las costras acartonadas de tinta, resecas por el Poniente, de mucho dormir y poco usar.
Antes, la corteza del roble servía de pergamino, cuando la luz del solsticio vernal empantanaba hasta la raíz de las gramíneas, y la aurora boreal clarificaba las tinieblas.
Ahora, cierran los ojos las ideas, y vociferan que no quieren despertar.
Arrulladas por el trueno en las nubes, y pensando en los colores difuminados del arco iris, vagan entre días y horas, y cosen segundos en cada pantalón.
Remiendan parches, pespuntean dobladillos, y bordan pequeños arreglos con palabras, para tapar bocas y boquetes. En la cueva, mueren los silencios. Un mensaje en una botella, en el penúltimo océano del primer planeta secuestrado.

Si cierras los ojos, podrás ver el sol entre las nubes.












enc.

2 comentarios:

  1. Estudiando...
    ¡Anda, ha actualizado enc.!
    [bass, ojos como platos]

    Me ha salvado de lo amargo del saber, uff. :)

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  2. Un mensaje en una botella, en el penúltimo océano del primer planeta secuestrado.

    Tus finales siempre son tan tan geniales...

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