Aprieta el tiempo su cuerda entorno a mi cuello, y ahoga y desemboca, mi prisa y apremio por guardar en una caracola el canto de sirenas del mar.
Al igual que el antagonista de mi cuento de hadas, que siempre muere por una flecha mal clavada, y mal curada la herida causa pudredumbre y pestilencia. Agoniza en el suelo, se retuercen sus manos y se crispan sus gestos.
Surca en barco de aire el duende que me inspira, y trae consigo de vuelta ramitas de un árbol seco, y semillas de tierra para plantar en el agua.
El entendimiento huyó despavorido, hace tiempo. Era un crédulo supersticioso de dioses desaprensivos, y un día, cruzó su mirar con el espejo, y no volvió a girar la cabeza. Intuyó su marcha mi pluma, y desde entonces, duerme conturbada en el tintero. El cual, mece las costras acartonadas de tinta, resecas por el Poniente, de mucho dormir y poco usar.
Antes, la corteza del roble servía de pergamino, cuando la luz del solsticio vernal empantanaba hasta la raíz de las gramíneas, y la aurora boreal clarificaba las tinieblas.
Ahora, cierran los ojos las ideas, y vociferan que no quieren despertar.
Arrulladas por el trueno en las nubes, y pensando en los colores difuminados del arco iris, vagan entre días y horas, y cosen segundos en cada pantalón.
Remiendan parches, pespuntean dobladillos, y bordan pequeños arreglos con palabras, para tapar bocas y boquetes. En la cueva, mueren los silencios. Un mensaje en una botella, en el penúltimo océano del primer planeta secuestrado.
Si cierras los ojos, podrás ver el sol entre las nubes.
enc.
Estudiando...
ResponderEliminar¡Anda, ha actualizado enc.!
[bass, ojos como platos]
Me ha salvado de lo amargo del saber, uff. :)
Un mensaje en una botella, en el penúltimo océano del primer planeta secuestrado.
ResponderEliminarTus finales siempre son tan tan geniales...