sábado, 24 de septiembre de 2011

Allá al norte, donde las nieves y los fríos, más allá de aquel diciembre en las calles de Berlín y en los puentes de Praga. Allá donde se pierden las tardes de café y cerveza fría por las noches, las terrazas de humo y risas a cuestas con dos libros. Más allá de todo el cine y de todo parque de madrugada, de los fotogramas e instantáneas de un nos vemos y un abrazo. Quedamos a las cinco y llego tarde.
Pregúntame cómo me va. Qué tal el otoño por aquí. Cómo caen las hojas en el paseo, cómo empieza la luz a jugar con nosotros. Si hemos cambiado. Si te echamos de menos. Si pensamos en ti. Si nos equivocamos al marcar tu número.
Dime si he conocido a alguien, que tú siempre has leído más y mejor que yo. Dime que estoy haciendo el idiota y que eso no está bien, o que no pasa nada, que aquí estoy yo. Dilata el tiempo en un último Fortuna quemándonos los labios, en una última risa y en un nos vemos pronto. Pero qué más da.
Volveremos. Más viejos y más cansados, más corroídos y con más brillo en los ojos. Como a aquellos veranos con música de fondo, alguna ciudad maldita que nos ve hacernos fotos. A aquel bar homérico.
A donde quiera que llegues. La luz de la noche es la misma en todos los cielos.

W.













enc.

3 comentarios:

  1. Es curioso cómo el paso del tiempo nos da vida al mismo tiempo que nos mata.^^

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  2. estamos aquí
    amando la misma luna
    siempre
    :)

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  3. La luz es la misma. Es el color de nuestro cielo propio lo que subordinamos.

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