domingo, 8 de mayo de 2011

Rebosa. Pum. Explosión o expansión. Bomba nuclear. Tras de mí una escena y diez mil. O algo así. Cervezas. Velocidad. Bam. Cierra los ojos, ponte la venda, arranca el motor. A cien por hora y en camino de tierra. Verde, verde y el aire. Y vos allá y acá y adentro y afuera. Delante y detrás. Y mira que he pensado en escribir. En escribirte. En escribiros. Y mira que soy idiota, cruel e insensible y se me va el ocho y sólo queda el uno. Y el nueve. Vos sos el eseose en morse que nadie oye y tú escuchas. Tú, en plural. Y mira a ver si hay días y horas que llenar y qué poco ocupa la dicha y la sonrisa. Qué milésimas en una autopista de rayas blancas discontinuas, como música parpadeante que apenas ves y apenas te dejan ver. Que apenas ves las penas. Y revienta de risas como de aire caliente el globo rojo. Vos decís que os ibais a marchar. Vos sos más iluso que yo. Y eso ya es decir. Puedo saber que sin vosotros duele más. Y basta de palabrerío que no son horas y es hora de cerrar. O no. Que nos vemos mañana allá, donde siempre, a la hora de siempre, como siempre, donde nada cambia. Acá. Que dices que se llama, ¿cómo?, ¿feliciqué?














enc.

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