lunes, 13 de diciembre de 2010

Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana.
Vano remedo del postrer lamento
de un cadáver sombrío y maliciento
que en sucio polvo dormirá mañana.

Si muero hoy qué callé,
que no dije,
y qué se aleja tras de mí.
Vaho y tormenta que aflautan
las voces de los fríos
para ser menos fríos
entre las manos de un amor
cada vez más amargo
y cada vez menos amor.
Letargo
de una noche de princesas
de cuentos y nanas,
de párpados caídos y sonrisas incipientes.
El miedo,
y ese corazón coraza,
esa loriga a cuestas
y a rastras.
Ese peso incandescente,
leve,
que eleva la voz como lo hace el alma,
pero no,
y no,
sólo la voz,
la que se traba, la que se queda en la garganta,
el resto, los restos
huesos de besos
lo dicho
lo por decir
y lo que nunca
lo que todo
se comió el miedo.
Cada vez más nada
más llena de todo
de una plenitud que no rebasa,
de un idas y venidas
de una ida,
y ninguna venida.
Que te espero
que te desespero
en una estrofa, en una película en blanco y negro
en un desgarro de guitarra, en un grito tendido al viento.
Baila, con mi miedo.
A mí, se me enredan los pies.

Que el poeta en su misión,
sobre la tierra que habita,
es una planta maldita
con frutos de bendición.















enc.

3 comentarios:

  1. Me ha subido un golpeteo a la cabeza que yo me estaba diciendo: QUE NO PARE! POR DIOS!

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  2. :), es genial, me gusta mucho estar conociendoos ahora, me parece que aqui hay muuucho potencial.

    ¿Sabes cuando todo se acaba y piensa en los recuerdos como algo rápido? ni si quiera existen los pequeños detalles. Algo que duró ocho meses y ahora no durá mas de un minuto, ese es el ritmo a veces, es cruel

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