domingo, 18 de octubre de 2009

¿Y qué pasa si nado a contracorriente?
Si me gusta describir con sinónimos y pensar en antagonismos, o tirar por la borda el misterioso porque de las lágrimas del dolor del domingo por la tarde.
Y sí, me río de una armónica que sólo cuenta notas pesimistas y siembra pesadez que impide volar. Voy a contracorriente porque no comparto la mitad del cuarto de los ideales que mueven masas e impulsan a cometer locuras propiciadas por afán de fama y protagonismo.
Fumo tabaco porque no me importa morir por un motivo provocado por mi fuerza de voluntad y consumido a mi merced, porque no me importa morir con el alma negra de carbón sabiendo que es sólo humo y no mentiras pegadas a las paredes de mi cuerpo. Porque no quiero morir de una causa externa que no pueda dominar y que me agarre en sus brazos y me asfixie sin poder abrir la boca.
Vuelo a ras de suelo, pero vuelo. Vuelo con penurias e ingrávidos yunques que calcinan en la fragua las bombas nucleares por las que, a veces, me tambaleo. Pero sigo en pie.
Sigo en pie plantando guerra a grandes gigantes de piedra que amenazan con desmoronar la muralla de madera, o arrasar con olas de mar mi castillo de arena.
Sigo en pie a pesar de los terremotos que vuelcan hasta los alfileres de entre los músculos, a pesar del dolor de estómago que revuelve mi vista y me hace ver puntos de colores.
Es cuestión de un principio innato e inconmensurable, rebosánte de ideas más o menos pueriles que crecen con un cuerpo uniforme e imperfecto a la vez que descubre el mundo tapado por disfraces; más allá de una apariencia engañosa o un espejismo visorio a unos ojos tapados con un antifaz blanco. Color de pureza y evidencia que a veces se ensucia de manchurrones grises y desaparece bajo su capaz de inmundicia, y se traslada el oscuro presagio de una lenta inexistencia provocada por un aguijón de arco iris converso a una cimbra cromática de gama plomiza.
Nado a contracorriente porque me agobia el atasco de asentimientos a la vez con una misma cabeza sujeta a una cruceta de contrachapado manejado por unas únicas manos que rigen los hilos de una consciencia que se entremezcla con los de una marioneta de rictus inexpresivo. Descubro con estupor la inquietante levedad provocada por los sueños cuando estos se hacen trizas y cubren el suelo de titilantes brillos de cristales. Nunca he visto a nadie perder grados de vida intentando recomponer un puzzle de tantas piezas como gruñidos de rabia y frustración provocó.
Si beso a un fantasma de sábana azul el mundo piensa al revés, y juzga mis actos por los deshechos o inacabados en su lugar, y opinan porque es libre opinar y vulgar no hacerlo cuando se tiene opinión para dar aun cuando valga ésta una similitud indecisa e infundada en sentimientos subjetivos e incomprobables.
Me cuelgo de cabeza y un clamor escandalizado surge de las entrañas de la tierra como fuego de un cráter en erupción, y señalan con un dedo inquisidor y tensado con una cólera jamás sentida mas cuando es posible liberar la fuerza huracanada que guardan bajo techo y no pueden liberar por miedo a herir algo de cuantioso valor.
Arrasan con pasos lentos pero nada volátiles y encaramados a una cumbre les da por gritar para sentir un vértigo impropio de los pies en la tierra.
Se muere de hambre el mundo alrededor y hacemos hileras de migas de pan para señalar el camino de vuelta por si el destino nos parece devastador e inhóspito, en vez de repoblar con un ejército de flores toda tierra yerma que destruyamos a nuestro paso humano.
Denota la voz y un deje de intención más o menos aventurada a hallar en un mapa de pergamino un tesoro, y para allá que discurren teorías e investigaciones de entusiasmos infundados y poco determinantes para un futuro incierto a continuación de un presente hasta arriba de dudas, precedido de un pasado enterrado y sepultado a más no ver, y nunca más escuchar.
Escribo porque me da la gana escribir y a veces me pregunto si no es en viento a favor la tormenta de improverbios dirigidos que no son propuestos por un paradigma anterior que dicta unos cánones a seguir. Y si no es así es tergiversar un ideal y cambiar el rumbo de una carabela de velas diáfanas.
¿Sabes qué?
Que yo vuelo.
A ras de suelo.
Pero vuelo.














enc.

1 comentario: