sábado, 5 de septiembre de 2009

Trato de arrancarme una palabra para hilar con saliva una historia sin principio y sin final.
Una historia. Sin más.
No comprendo el mundo. Es arduo, mezquino y efímero. Y no lo entiendo.
Intenta doblarme los huesos, doblegar mi voluntad, tergiversar mis palabras, borrar mis pasos. Siempre hay un alambre que me ancla bajo estrellas en la tierra yerma. Siempre.
A pesar del fuego convulso que calcina todo residuo, que busca los resquicios que permite el viento inclemente en las murallas de adobe, barro y forraje. Murallas de altos techos cubiertos de celofán y granos de café, que cuando llueve tormenta de calumnias y vacuas palabras hace del sostén tortuoso soporte a los clavos que arañan los tendones bajo la piel.
Se sueltan, como latigazos de acero y mimbre, los cables tensados de la pereza mental, del pesado agobio, y del tembleque de piernas.
No termino de entender.
Pongo en bandeja de magnetita y polos de imanes inversos, conversos, un reverso de la camisa del pozo y el seno de todo lo impalpable. Todo lo que es nulidad.
El cero a la izquierda, bajo acelerones entre choques de titanes. Que luchan a muerte y desgarro de dientes en piel de calcita.
Se abrochan mis sueños a la cola del viento, en busca de nuevos tejidos con los que revestir los desvalidos parches a cuadros deshilvanados y sostenidos por un vomitado hilo de ilusión agrietada.
A cuadros.
La totalidad de una certeza incesante e impaciente. Asesina todo lo que a su paso encuentra, destruye las construcciones de buenas palabras y sonrisas sinceras.
Me siento. No puedo hacer más que alzar la mano, y con un gesto indiferente, calar tabaco en mis pulmones. Y dar un sórdido trago a una lata de algo.
Y no.
No lo entiendo.













enc.

1 comentario:

  1. Me encanta. Estoy acostumbrado a que tus textos me provoquen tal reacción, pero este en especial me parece sublime. Espero el café :)

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