Cuentan las malas lenguas que el futuro es el pasado en el presente. Cuentan que toda persona de provecho debe sentarse un día entero, en la más absoluta soledad, y cerrar los ojos, y conocerse como nunca conoció a nadie. También, al llegar la vejez, ha de mirarse las manos, y contarse las infinitas arrugas que marcan su piel. Cuentan que para arreglar el mundo primero hay que arreglar la ventana a través de la cual lo miramos. Dicen que no se es hombre sin haber plantado un árbol, tenido un hijo y escrito un libro. Así mismo, nos gritan que gritemos al mar embravecido, intentando usurpar su gélido oleaje e intentando encubrir su tronar con nuestra voz. Cuentan las malas lenguas que no se muere hasta que morimos en el cuerpo del ser amado, y que no explotamos hasta que logramos despegar los pies del suelo. Cuentan que se es hombre hecho, si logramos vivir haciendo vivir al desvivido. A su vez, claman que a más sonrisas sembradas más años de prosperidad recogemos. Nos dicen, que nos tumbemos al sol de invierno, bajo la hojarasca del otoño, a mirar las nubes difusas. Y por la noche, nos arrodillemos en lo alto de la montaña, con el silencio como único compañero, y le susurremos palabras bonitas a la luna.
Y yo me pregunto, ¿es cierto, inepto ser, que el dinero te da la vida?
enc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario