domingo, 8 de junio de 2014

Ya
queda
menos
para
olvidarte.
Aunque a veces haga rehenes entre revoluciones y treguas, y me siente a verme las heridas y a ponerlas guapas. Imagínate si odio las despedidas que empecé a decirte adiós en el momento en que soltaste el primer 'hola' entre dientes y tequilas.
Otras veces me abrazo los recuerdos, sobre todo cuando hay tormenta y en la cama apenas queda espacio para más lluvia. Entonces pienso que en realidad no tienes por qué irte. Que me gustan tus amagos y tu mochila al hombro, las veces que te cuelgas de mis ojos y te pasas los días colándote en mis palabras o en las caras de los espejos. Incluso, a veces, me gusta que te rías y me mandes a la mierda mientras cierras la puerta, dejando al eco acunar todos mis fantasmas y mis miedos. Pero vuelves.
Y yo ya no sé si quiero más vértigos o más recaídas. En realidad no quiero olvidarte, ni que te vayas; tampoco que te quedes, ni seguir recordándote entre la cerveza, los ceniceros, las camisas de cuadros y las pelis de Cronenberg.
En realidad quiero no tener que olvidarte, como si nunca hubieses pasado aquella tarde por mi lado y hubieses levantado todos los putos huracanes del planeta.
Pero lo cierto
es que ya queda menos
para olvidarte.


























enc.

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